Sangre chorreando
por sus mortíferos dientes,
resbalando por su morboso cuello.
Estaba en lo alto de la tenebrosa colina
sobre la que crecen tumbas cada día,
paseándose voluptuosamente la lengua
por sus carnosos labios carmesí.
Y sus largas manos,
y sus largas uñas;
clavándose en la carne inocente
de su víctima...
Y CRECIÓ OTRA TUMBA!
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